En nuestro artículo “Animales sagrados de la India” apuntábamos que, junto a la vaca, el pavo real, el elefante, el mono, la serpiente o el tigre de Bengala, la rata era considerada por muchos hindúes, también, un animal sagrado. Al citar a la rata como animal sagrado citábamos también el templo de Karni Mata, un templo que está ubicado en la población de Deshnok, en el estado de Rajastán, a unos 30 km de Bikaner, una de las ciudades importantes de este estado ubicado al noroeste de la India. En dicho templo, viven y campan a sus anchas un número de ratas que, se dice, sobrepasa la cifra de 20.000. Esto, sin duda, aunque sea ciertamente incomprobable y, quizás, se peque de exageración, es motivo suficiente para que el templo de Karni Mata sea conocido como “el templo de las ratas”.

Karni Mata, según cuenta la leyenda, era una reencarnación de la diosa Durga, que, a su vez, era una de las múltiples manifestaciones de las que goza la diosa madre de todo el universo. Karni Mata, apenada por el fallecimiento de su hijo, imploró a Lama o Iama, dios de la muerte de los hombros, señor de los espíritus de los muertos y guardián del inframundo, que devolviera la vida a su hijo. Lama no lo hizo y Karni Mata, dolida y temerosa que de Lama pudiera actuar en el futuro contra sus futuros hijos, decidió que sus descendientes se reencarnaran en rata. Al hacerlo, Lama no podría actuar contra ellos y escaparían al poder de la muerte.

La leyenda de Karni Mata que recogemos aquí es, solo, una más entre las múltiples leyendas que acostumbran a explicarse para dar razón al hecho de que el templo de Karni Mata es como es, es decir, está lleno de roedores que corretean a su gusto y sin que nadie se lo impida por todos los rincones. Es más, se fomenta el hecho de que estén allí. Y es que, recordémoslo, en ningún momento el turista que visita el templo de Karni Mata debe olvidar que la rata es considerada un animal sagrado y que como tal es tratada en este templo. Por eso se les pone a las ratas grandes cuencos con leche y comida (básicamente verduras y frutas): para que puedan comer a su antojo y siempre que los deseen.

El templo de Karni Mata empezó a construirse hace más de 600 años, aunque no se le dio su forma actual hasta bien entrado el siglo XX. Con una entrada labrada en mármol blanco, al templo de las ratas debe entrarse descalzo o, como mucho, con calcetines. Arquitectónicamente este templo no tiene nada reseñable. Quien lo visite contemplará que su único atractivo reside en el hecho de que está literalmente invadido por las ratas.

La visita al templo de Karni Mata no es una visita que esté diseñada para todos los estómagos. Es un templo lleno de deposiciones y orines y en el que, como se puede imaginar, el olor que se percibe es, cuanto menos, intenso. Si a esto añadimos que las ratas pueden corretear libremente entre los pies del visitante (sí: las ratas pueden tocar al visitante, pasar por encima de sus pies e, incluso, ser pisadas por alguno de ellos), ciertamente no parece una visita que pueda gustar a cualquier tipo de turista. Pero el turista que visita un país como la India ya sabe que sus sentidos estarán puestos continuamente a examen y que serán muchas las pruebas que tengan que pasar durante sus días de estancia de este gran país asiático. Después de todo, contemplar cómo los fieles dan de comer a las ratas y las acarician (hay que pensar que ratas y humanos conviven en ese espacio de igual a igual) no será la peor de las pruebas a que se pueda ver sometido un turista en la India. Además, si una rata del templo de Karni Mata pasa por encima de los pies del visitante, éste puede sentirse especialmente afortunado, ya que, según dice la tradición, eso da suerte. También la da, según dice los fieles de Karni Mata, encontrar una rata blanca entre todas las ratas que pueblan el templo. Según cuenta la leyenda, las ratas blancas son descendientes directas de Karni Mata o de sus hijos. Aunque lo cierto (y que nadie se sienta especialmente desafortunado si no la encuentra) es que no es demasiado sencillo encontrar una rata blanca entre la inquieta y numerosísima población de roedores del templo de Karni Mata.